
PASCUALA LIRA
Por Viviana Román Lema
“Mi forma de trabajar es bastante impredecible; hay ocasiones en que la obra aparece de manera rápida y precisa, pero otras veces se desarrolla de manera más lenta y pausada. Ambas formas de trabajo se complementan: sin la exploración de una, no podría surgir la otra”
Las obras de la artista Pascuala Lira (1982) presumen una predilección por la repetición de formas y una mezcla (des)organizada de patrones decorativos. Sus composiciones exploran las relaciones entre materialidad y forma para otorgarle a lo ornamental una relevancia palpable, dejando atrás su habitual anonimato. El punto de partida y las temáticas que informan su trabajo surgen de su entorno y de su quehacer cotidiano –“un objeto, una forma, una idea. Las temáticas se van desarrollando a medida que avanza el proceso de creación”.
“Para mí, pintar es hacer que coexistan elementos en conflicto, ir resolviendo problemas formales mientras construyo imágenes que puedan mantenerse por sí solas” dice la artista. Con una reciente residencia en Cobertizo (Jilotepec, México) sus esfuerzos se dirigen a proponer lo cotidiano como un objeto artístico por sí mismo, a partir de un soporte tradicional como lo es la pintura – “Me gusta descubrir cómo los elementos u objetos con los que inicio una obra se transforman, evolucionan en algo inesperado. La sorpresa frente a esos resultados es algo que me motiva”.
Respecto a las inspiraciones que la artista obtiene a partir de la historia del arte, Pascuala nos dice que se interesa por variados artistas, épocas y estilos – “Mis grandes referentes en la pintura van desde el Barroco Novohispano, Goya y Piero della Francesca, también Vuillard, Matisse, Prunella Clough, Amy Sillman, Vivian Suter... y la lista podría seguir indefinidamente. Soy bastante apasionada cuando se trata de investigar, leer o ver todo lo que esté a mi alcance cuando algo me obsesiona o me interesa”.
Al observar las obras de Pascuala nuestra percepción es captada por sus composiciones. Los elementos de sus imágenes parecieran haber sido creados de forma azarosa y deliberada a su vez, rodeados de formas y patrones que cautivan nuestros sentidos e imaginación. Frente a este aspecto, la artista responde que le interesa generar un lenguaje que sea algo ilógico: “a pesar de que muchas veces las imágenes tienen un sustento real, busco crear una deformidad a través de las capas de pintura, la materia, la intención en la composición, y la simplificación o repetición de las formas. Este proceso da como resultado imágenes que no son completamente familiares, lo que permite que la obra evoque algo más allá de lo literal y abra espacio a la interpretación.”
Sus obras dan cuenta de una estética que mezcla la abstracción de lo cotidiano con un amplio universo ornamental. Este último aspecto, dice la artista, “surge a través de la repetición de patrones y formas, pero sin otorgarle jerarquía. Son formas que oscilan entre lo figurativo y lo abstracto, generando una especie de distorsión en lo que me rodea”.
En su obra encontraremos sugerencias de formas florales, vegetales y figurativas que nos recuerdan el tallado del cristal, la pintura de piezas de cerámica y los atavíos del art nouveau, los cuales se enlazan en un juego de sincronía de tiempos y espacios. “Este tipo de marcas o juegos de plano y profundidad”, dice Pascuala, “hacen que lo ordinario se vuelva más interesante, incluso incómodo, y, a veces, por esa distorsión, lo cotidiano cobra una nueva dimensión”.
Así, tras contemplar alguna de sus piezas, nos vemos capturados por sus colores y figuras, nos esforzamos pensando qué es lo que podría estar sucediendo detrás de estos patrones que se superponen, se esconden y luego se muestran como protagonistas. Ante esto, la artista señala que su intención es que, nosotros como espectadores, nos acerquemos a la obra “con un sentido de exploración y sorpresa, tal vez descubriendo algo nuevo o inesperado en cada observación” y que sintamos “curiosidad frente a lo que están viendo”.
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