Las composiciones de Pascuala Lira exploran las relaciones entre la materialidad de manchas de colores, formas y patrones, los cuales son el punto de entrada hacia una estética que mezcla la abstracción de lo cotidiano con un amplio universo ornamental. Las obras de la artista presumen una predilección por la repetición de formas, el estudio del color y una mezcla (des)organizada de patrones decorativos. En ellas encontramos sugerencias de formas florales, vegetales y figurativas que nos recuerdan el tallado del cristal, la pintura de piezas de cerámica y los atavíos del art nouveau. Con todo, al contrario de aquellas referencias, lo ornamental adquiere una relevancia palpable, dejando atrás su habitual anonimato. Así, Pascuala Lira pone en duda las jerarquías propias de la pintura, proponiendo lo cotidiano como un objeto artístico por sí mismo en una composición de imágenes que se presta azarosa y deliberada a una misma vez.