Distintas técnicas y texturas, trampantojos y otros juegos visuales integran sus composiciones. Composiciones que Gerardo Pulido decide en la marcha, armando y de algún modo desarmando un conjunto ambivalente, heterogéneo e impuro, más o menos abstracto, tan irreverente y serio como banal y erudito.

En cuadros, acuarelas o pintando sobre madera, Pulido enfatiza la manualidad, entregándose –por igual– al detalle y al gesto espontáneo. Así, colores, brillos y otras cualidades de la superficie seducen a la mirada e interpelan simultáneamente a la historia del arte y a la cultura popular, a Magritte y a Condorito, por ejemplo.